ANEMIA FERROPENICA Y EMBARAZO
El hierro es un micronutriente necesario para la producción de la hemoglobina; una proteína que, incorporada en los eritrocitos (glóbulos rojos) es la encargada de transportar el oxígeno a todo el organismo. También se necesita para la producción de la mioglobina que almacena el oxígeno en los músculos. Participa en la síntesis del ADN y del colágeno, y colabora en la defensa frente algunas enfermedades.
El hierro en la alimentación.
La principal fuente de hierro es la nutrición. Las carnes de vacuno, de aves (pollo y pavo) y el pescado aportan el hierro en forma de sulfato, cuya absorción intestinal es de un 20-30% y no está condicionada por la presencia de otros componentes alimenticios. El hierro, en forma férrica, está presente en las legumbres (lentejas, garbanzos, habas, judías y soja) verduras (espinacas y acelgas), cereales, la leche y el huevo. Su absorción intestinal es de solo el 5% y puede verse dificultada o favorecida por otros alimentos. La naranja, kiwi, pomelo, manzana, tomate y uva la favorecen mientras que la leche, yogurt, cereales integrales, legumbres, te, café o mate la dificultan. Con estos conocimientos se puede estructurar una adecuada dieta para la mujer embarazada.
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Fuera del embarazo, una correcta alimentación resulta suficiente para que cualquier persona reciba la cantidad de hierro necesaria y mantenga unas reservas adecuadas. A la mujer, como consecuencia de la pérdida de sangre durante las menstruaciones, le puede resultar más difícil mantener estos niveles. De hecho, muchas mujeres empiezan el embarazo con cifras de hemoglobina dentro de la normalidad; pero cerca de los niveles inferiores (12-13-gr), y sobre todo con las reservas, valoradas con la determinación de la ferritina sérica, bajas.
Necesidades de hierro en el embarazo.
Durante el embarazo aumentan las necesidades de hierro. Este, es utilizado en el desarrollo del feto y de la placenta, así como en la expansión de la masa eritrocitaria materna. Habitualmente, estas necesidades no pueden ser cubiertas por la alimentación, por lo que el organismo empieza a utilizar sus reservas. El problema es que: solo el 20% de las mujeres, cuando empieza el embarazo, disponen de unas reservas de hierro suficientes para cubrir las demandas que se van a producir. El 40% tienen unas reservas muy justas, y otro 40 % apenas tienen reservas.
Por regla general, se considera que existe anemia cuando las cifras de hemoglobina son inferiores a 12 gr. Como durante el embarazo se produce un aumento del volumen plasmático y consecuentemente una hemodilución, se aceptan, como normales, cifras inferiores de eritrocitos y de hemoglobina.

Cuando el aporte de hierro es insuficiente para cubrir las demandas y se agotan las reservas, aparece la anemia.
Estos criterios, que si bien son ciertos desde el punto de vista teórico, en la práctica, no deberían de ser tenidos muy en cuenta. Toda mujer embarazada que en su analítica del primer trimestre presente una hemoglobina inferior a 13 gr debe de ser considerada como en riesgo de presentar una falta de hierro durante o después del 2º trimestre. En estos casos, resultaría oportuno determinar los niveles de ferritina para conocer sus reservas. Como esto no se suele realizar, deberíamos plantearnos la posibilidad de repetir el hemograma antes de la 24-28 semana (cuando está protocolizado) o suministrar un aporte extra de hierro a partir de la 20 semana.
Si bien las repercusiones nocivas que la anemia materna pueden tener sobre el curso del embarazo y del desarrollo fetal aparecen con cifras de hemoglobina inferiores a 10. 5 gr, no podemos dejar que se alcancen estos niveles. Además, la práctica enseña que cualquier embarazada con una hemoglobina inferior a 12 gr presenta sintomatología propia de la anemia, tal como: mareos, astenia, cansancio, desgana, dificultad para realizar esfuerzos, caída del cabello, depresión, etc. Está sintomatología mejora con el aporte de hierro. Lo que demuestra su necesidad y el beneficio de su aporte.

Cuando, al principio del embarazo, una mujer sana tenga más de 13 gr de hemoglobina, unas buenas reservas y realice una dieta adecuada es posible que no precise un aporte extra de hierro, y no acabe presentando una anemia durante el embarazo. Sobre todo, si toma alguno de los polivitamínicos recomendados.
Prevención de la anemia ferropénica durante el embarazo.
- Como resulta lógico, lo primero que debe de realizar la embarazada es una adecuada dieta que incluya los principales alimentos ricos en hierro.
- Si en la analítica realizada durante el primer trimestre se encuentra una hemoglobina superior a 13 gr. es posible que, con esta dieta, el pequeño aporte de hierro (alrededor de 25 mg.) que contienen los numerosos fármacos polivitamínicos utilizados durante el embarazo y, si fuese necesario, la utilización de las reservas, se pueda evitar la aparición de la anemia. No obstante, en ocasiones, también en estos casos, puede resultar conveniente o necesario el aporte extra de hierro.
- Si la analítica del primer trimestre detecta una hemoglobina inferior a 13 gr. es posible que la dieta, los polivitamínicos y las reservas, no resulten suficientes, y sea necesaria la administración extra de hierro. En estos casos deberíamos determinar la hemoglobina antes de lo protocolizado. Especialmente si la mujer tiene sintomatología.
- Si, en cualquier momento del embarazo, los niveles de hemoglobina son de 12 gr. o inferiores, el aporte extra de hierro resulta imprescindible.
- La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda, para la prevención de la anemia ferropénica durante el embarazo, en mujeres sin antecedentes o circunstancias de riesgo de padecer esta anemia, la administración de 30-40 mg de hierro elemental al día durante la segunda mitad de la gestación. Si por cualquier circunstancia existe riesgo, recomienda determinar los niveles de ferritina sérica y administrar la misma dosis si existe ferropenia.

Tratamiento de la anemia ferropénica durante el embarazo.
Si bien se recomienda que el tratamiento se instaure cuando los niveles de hemoglobina sean inferiores a 11 gr. Yo considero que debe de iniciarse cuando estos valores sean inferiores a 12 gr.
Existen tres grandes grupos de preparados comerciales que aportan hierro elemento: Los compuestos ferrosos (Sulfato, Fumarato, Lactato, Gluconato, Ferroglicina, etc.). Los compuestos férricos (Ferrimanitol, ovoalbumina, Succinlcasein, etc.) y los compuestos con hierro para administración intramuscular o intravenosa (Hierro-Carboximaltosa, Polimaltosa, Sacarosa, etc.). Los dos primeros grupos se administran por vía oral y se presentan en forma de comprimidos, capsulas, ampollas bebibles, polvo, etc.
De todos estos preparados, el más eficaz es el sulfato ferroso, a la dosis de 1 comprimido al día; con el que se aportan 80 o 105 mg. de hierro elemental. Tiene el inconveniente de que, en ocasiones, no es bien tolerado y produce alteraciones digestivas: náuseas, vómitos, diarreas, etc. En estos casos, se puede administrar con las comidas o, mejor, administrar cualquiera de los otros preparados que, aunque menos, también son eficaces y mejor tolerados. Para una mejor reabsorción, la mayoría de los preparados, deben de tomarse fuera de las comidas y con un zumo de naranja. Nunca con productos lácteos, te o café. Vuestro médico os recomendará lo mejor en cada caso.
Los preparados para la administración intramuscular o intravenosa suelen estar reservados para las anemias severas relacionadas con las hemorragias durante el parto o cuando no se puede utilizar la vía oral.
Dr. Francisco Valdivieso